En las familias, las empresas y los países la inteligencia colectiva ha existido siempre. La inteligencia colectiva se define como una forma de inteligencia que surge de la colaboración y concurso de muchos individuos o seres vivos, generalmente de una misma especie. Pierre Lévy, quien acuñó el término declara que el objetivo de la inteligencia colectiva es el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas.
Nadie lo sabe todo, todo el mundo sabe algo, todo el conocimiento está en la humanidad pero es imposible que todos seamos sabios de todo, sin embargo, sí podemos ser expertos en una pequeña área; entonces, si juntamos todos estos micro saberes, es posible crear una inteligencia colectiva.
El término inteligencia colectiva está generalizado en la cibercultura o la sociedad del conocimiento y gracias a las tecnologías de la información, es posible medirla.
Thomas Malone director del Centro de Inteligencia Colectiva del MIT y su equipo trabajaron con 700 personas en grupos de dos a seis personas y les pidieron que realizaran diferentes tareas colectivas. Cada grupo lo hizo durante tres horas.
El experimento demostró que hay cuatro factores correlacionados que permiten predecir grado de inteligencia colectiva en un grupo, y que el simplemente juntar a personas inteligentes no produce un grupo inteligente. Para ello, además hay tres factores que influyen: la habilidad para entender qué sucede en la mente de otros, la participación equitativa y la presencia de mujeres.
Aunque Malone aclara que esto puede caer en el terreno de la especulación, se podría concluir que el factor más importante en la inteligencia colectiva es la capacidad de percibir correctamente las emociones de cada individuo que integra un grupo, o dicho de otra manera donde hay personas perceptivas que tienen alta inteligencia emocional.
Siendo las mujeres en general más perceptivas, esto podría explicar el que su presencia en un colectivo afecte de manera positiva la medición de la inteligencia colectiva que se genere dentro de éste.